Introducción

¿Qué se piensa sobre la propaganda?

Puede parecer extraña la sugerencia de que el estudio sobre la propaganda tenga tanta relevancia para los políticos actuales, sobretodo cuando la mayoría de la gente que piensa en propaganda lo hace recordando en las enormes campañas emprendidas por Hitler y Stalin en los años 30. Puesto que “nada comparable” ha sido difundido en nuestra sociedad hoy día, muchos creen que la propaganda ya no se usa.
Pero la propaganda puede ser tan descarada como una suástica o tan sutil como una broma. Actualmente sus técnicas de persuasión son aplicadas por políticos, publicistas, periodistas, personalidades de radio y televisión y cualquiera que esté interesado en influenciar el comportamiento humano. Los mensajes propagandísticos pueden ser empleados tanto para fines sociales positivos –como en las campañas para reducir el manejar en estado de ebriedad– lo mismo que para vender licor o para ganar las elecciones.
Tal como Anthony Pratkanis y Elliot Aronson señalan: “cada día somos bombardeados con comunicación persuasiva una detrás de otra”. Nos persuaden, no a través del argumento de dar y recibir o del debate, sino a través de la manipulación símbolos y de nuestras emociones humanas más básicas. Para bien o para mal, la nuestra es una era de propaganda.” (Pratkanis y Aronson, 1991)
Con el desarrollo de herramientas comunicación como el Internet, el flujo de mensajes persuasivos se ha acelerado dramáticamente. Por primera vez, la gente alrededor del mundo está participando en conversaciones sin censura sobre su futuro colectivo. Esto es un progreso maravilloso, pero tiene un precio.
La revolución de la información ha llevado a un exceso de información y la gente se enfrenta diariamente con cientos de mensajes. Aunque algunos estudios han observado este asunto, parece justo sugerir que mucha gente responde a esta presión procesando mensajes más rápidamente y, cuando le es posible, toma atajos mentales.
A los propagandistas les encantan los atajos –especialmente aquellos que cortocircuitan el pensamiento racional– y los animan perturbando emociones, explotando inseguridades, capitalizando la ambigüedad del lenguaje y aplastando las reglas de la lógica. Como lo demuestra la historia, ellos pueden tener mucho éxito.
Al analizar la propaganda se exponen los trucos que los propagandistas utilizan y se sugieren formas de resistir los atajos que promueve. Este libro trata sobre varias técnicas de propaganda, proporciona ejemplos actuales de su uso y propone estrategias de autodefensa mental.
El análisis de la propaganda es un antídoto a los excesos de la era de la información.



El Instituto para el Análisis de la Propaganda

Este libro está inspirado por el innovador trabajo del Instituto para el Análisis de la Propaganda. El IPA* fue creado, en 1937, para educar al público norteamericano sobre la extendida naturaleza de la propaganda política. Integrado por científicos sociales y periodistas, el IPA publicó una serie de libros que incluyen:
▪ La Bellas Artes de la Propaganda
▪ Análisis de la Propaganda
▪ Guía de líderes de Grupo para Análisis de la Propaganda
▪ Propaganda: Cómo reconocerla y tratar con ella.

El IPA es mejor conocido por identificar los siete dispositivos básicos de la propaganda:
1) Apodos,
2) Generalidades Brillantes,
3) Transferencias,
4) Testimoniales,
5) Gente Común,
6) Partido Triunfador (carro completo).
7) Generación de Miedo

De acuerdo a los autores de un libro reciente sobre propaganda, “estos siete dispositivos se han repetido con tanta frecuencia en conferencias, artículos y libros de texto, que han llegado a convertirse, virtualmente, en sinónimos en la práctica y el análisis de la propaganda en todos sus aspectos.” (Combs y Nimmo, 1993)

Algunos argumentan que el enfoque del IPA es quizá demasiado simplista porque muchos mensajes caen en más de una categoría. Las técnicas de IPA también han sido criticadas porque no diferencian entre los miembros de la audiencia y tampoco examinan la credibilidad del propagandista.
Estas críticas tienen alguna validez, pero pocos podrían quejarse de la meta básica del IPA de promover el pensamiento crítico entre los ciudadanos.
En Las Bellas Artes de la Propaganda, el IPA indicó que “es esencial en una sociedad democrática, que jóvenes y adultos aprendan cómo pensar, aprendan como mejorar su mente. Deben aprender cómo pensar independientemente y cómo pensar juntos. Deben llegar a conclusiones, pero al mismo tiempo deben reconocer el derecho de otros hombres de llegar a conclusiones opuestas. Tanto como los individuos se preocupen, el arte de la democracia será el arte de pensar y discutir juntos, aunque independientemente”.
(IPA, 1938)

* IPA, son las siglas en inglés del Institute for Propaganda Analysis

1 Técnicas comunes


Juegos de palabras
Llamar por el apodo


“Los apodos ofensivos han desempeñado un rol inmensamente fuerte en la historia del mundo y en nuestro mismo desarrollo individual. Han arruinado reputaciones, tanto de hombres como de mujeres destacadas, han enviado a otros tantos a prisión, han hecho que los hombres entren en batallas y masacren a sus semejantes. Han sido y son aplicados a mucha pueblos, grupos, pandillas, tribus, colegios, partidos políticos, vecindarios, estados, secciones del país, naciones y razas.”
(IPA, 1938)

La técnica del Apodo liga a la persona, o idea, a un símbolo negativo. El propagandista que utiliza esta técnica espera que la audiencia rechace a la persona o la idea en base al símbolo negativo, en lugar de ver la evidencia disponible.
El tipo más obvio de Apodo implica nombres desagradables. Por ejemplo, consideren los siguientes:

▪ Rojillo (comunista)
▪ Fascista
▪ Cerdo
▪ Yupi
▪ Holgazán (vago)
▪ Homosexual (joto, marica)
▪ Terrorista

Una forma más sutil de Apodo implica palabras o frases escogidas que poseen una carga emocional negativa.
Los que se oponen a los recortes presupuéstales, pueden caracterizar a la política fiscal conservadora, como “tacaña”. Sus partidarios tal vez prefieran describirla como “económica.” Ambas palabras se refieren al mismo comportamiento, pero tienen muy diferentes connotaciones. Otros ejemplos de palabras con carga negativa incluyen:

▪ Ingeniería social
▪ Radical
▪ Cobardemente
▪ Anti-cultural

La técnica del Apodo fue primeramente identificada por el Instituto de Análisis de Propaganda en 1938. Según el IPA, deberíamos hacernos las siguientes preguntas cuando veamos un ejemplo de Apodo.

▪ ¿Qué significa el apodo?
▪ ¿La idea en cuestión tiene conexión legítima con el verdadero significado del apodo?
▪ ¿Es una idea que sirve bien a mis intereses pero es disminuida al darle un nombre que no me agrada?
▪ Dejando a un lado las consideraciones ¿cuáles son los méritos de la idea en sí misma?
Juegos de palabras
Generalidades Brillantes


“Creemos en ellas, luchamos por ellas, vivimos en razón de las palabras que hemos puesto a nuestras ideas. Tales palabras incluyen civilización, Cristianismo, bien, justo, derecho, democracia, patriotismo, maternidad, paternidad, ciencia, medicina, salud y amor.
Para nuestro propósito de analizar la propaganda, llamamos a estas virtuosas palabras “Generalidades Brillantes” en razón de centrar la atención sobre las peligrosas características que contienen: pueden tener distintos significados para distinta gente; también pueden ser usadas de forma muy diferente.
Ésta no es una crítica de estas palabras tal como las entendemos. Por el contrario, es una crítica a las aplicaciones que los propagandistas dan a palabras y creencias apreciadas por gente ingenua.
Cuando alguien nos habla de democracia, inmediatamente pensamos en nuestra propia definición de democracia, las ideas que aprendimos en el hogar, la escuela y la iglesia. Nuestra primera y natural reacción es asumir que el interlocutor está utilizando la palabra con la concepción que nosotros tenemos de ella, que él cree igual que nosotros sobre este importante tema. Esto reduce nuestra “resistencia a la venta” y nos hace menos suspicaces de lo que deberíamos ser, cuando el interlocutor empieza a hablar de las cosas que los Estados Unidos deberían hacer para preservar democracia.”
Las Generalidades Brillantes es, en concreto, la contraparte del Apodo. Mientras que el Apodo busca formarnos un juicio para rechazar y condenar sin examinar la evidencia la técnica de Generalidades Brillantes buscan que aprobemos y aceptamos sin examinar la evidencia. Una vez familiarizados con el dispositivo de Generalidades Brillantes, entonces, todo lo que se ha dicho sobre el Apodo, debe tenerse presente...” (IPA, 1938)
El Instituto para el Análisis de la Propaganda sugirió una serie de preguntas que el público debiera hacerse cuando esté frente a esta técnica:

▪ ¿Qué significa la palabra virtud en realidad?
▪ ¿Tiene la idea en cuestión una conexión legítima con el significado real de la palabra?
▪ ¿Es una idea que no sirve a mis intereses pero que se me “vende” simplemente porque es un nombre que me gusta?
▪ ¿Sacando la palabra virtud de consideración, cuáles son los méritos de la idea en sí misma?

Juegos de palabras
Eufemismos


Cuando los propagandistas utilizan Generalidades Brillantes y Apodos simbólicos, están intentando despertar a su audiencia con palabras vívidas, emocionalmente sugestivas. En ciertas situaciones, sin embargo, el propagandista busca apaciguar a la audiencia, para hacer una realidad desagradable, más placentera. Esto se logra usando palabras suaves y eufemísticas.*
Puesto que la guerra es algo particularmente desagradable, el discurso militar está lleno de eufemismos. En los años 40, Estados Unidos cambió el nombre de su Departamento de Guerra por el de Departamento de Defensa. Bajo la administración Reagan, el Misil-MX fue rebautizado como “el Guardián de la Paz.” En épocas de guerra, para referirse a las víctimas civiles se utiliza el término “daños colaterales” y la palabra “liquidación” como sinónimo de “asesinato.”
El cómico George Carlin señala que tras la primera guerra mundial, veteranos traumatizados dijeron haber sufrido “el choque del proyectil”. La corta frase descriptiva conlleva los horrores de la batalla –uno puede escuchar prácticamente los proyectiles estallándole encima. Después de la segunda guerra mundial, la gente empezó a utilizar el término “fatiga de combate” la para caracterizar la misma condición. La expresión es un poco más agradable, pero aún reconoce al combate como fuente de malestar. Después de la guerra de Vietnam, la gente se refirió al tensionante “desorden post-traumático” una frase totalmente desconectada de la realidad de la guerra en conjunto.

Conexiones falsas
Transferencias


Usted no haría entrar a la fuerza en la frente de los socialistas esta corona de espinas. ¡No crucificará a la humanidad sobre una cruz del oro!
–William Jennings Bryan, 1896.

“Transferencia es un dispositivo que el propagandista emplea para transmitir la autoridad, sanción y prestigio de algunas cosas que nosotros respetamos y reverenciamos, hacia algo que pretende que aceptemos. Por ejemplo, la mayoría de nosotros respetamos y reverenciamos a nuestra iglesia y a nuestra nación. Si el propagandista tiene éxito en conseguir que la iglesia y la nación aprueben una campaña en favor de algún programa, transfiere, por lo tanto, su autoridad, sanción y prestigio a dicho programa. Así, podemos aceptar algo que de otra manera rechazaríamos.
En el dispositivo de transferencia los símbolos se usan constantemente. La cruz representa la iglesia cristiana, la bandera a la nación. Las caricaturas, como el tío Sam, representan un consenso de la opinión publica. Esos símbolos provocan emociones. Ante nuestra vista y a la velocidad de la luz, se nos despierta un complejo conjunto de sensaciones internas, respecto a la iglesia y a nuestra nación. Una caricatura del Tío Sam mostrando desaprobación por un presupuesto de ayuda a desempleados, nos haría pensar que Estados Unidos por entero desaprueba esos costos. Un dibujo del mismo Tío Sam aprobando el presupuesto, nos haría sentir que todo el pueblo norteamericano lo aprueba. Así, el dispositivo de Transferencia se utiliza en pro y en contra de causas e ideas”. (IPA, 1938)
Cuando un activista político cierra su discurso con un rezo público, está buscando transferir el prestigio religioso a las ideas por las que aboga. Con todos los dispositivos de la propaganda, el uso de esta técnica no se limita a un solo lado del espectro político. Pueden encontrarse en los discursos de la teología de liberación de izquierda y en los sermones religiosos de activistas de derecha.
De manera similar, los propagandistas buscan transferir la reputación de “la ciencia” o “la medicina” a un proyecto particular o a un sistema de creencias. Un lema de un popular jarabe para la tos, anima a la audiencia a que “visiten los pasillos de la medicina”. En los anuncios de televisión, actores con batas blancas de laboratorio nos dicen que “la marca X es la medicina más importante para el dolor, que se puede comprar sin prescripción medica.” En ambos ejemplos se está empleando la técnica de transferencia.
Esta técnica puede también dar resultados funestos, como lo ha expuesto Alfred Lee, “incluso los mas flagrantes racistas anti-científicos son dados a disfrazar a veces sus argumentos con términos e ilustraciones cuidadosamente seleccionadas, sacadas de obras científicas y presentadas fuera de un exacto contexto.” Por ejemplo: la propaganda de la Alemania nazi y sus políticas racistas racionalizadas abrogando la ciencia y la religión.
¡Esto no significa que la religión y la ciencia no tengan un lugar en discusiones de temas sociales!
El punto es que una idea o un programa no deberían ser aceptados o rechazados simplemente porque han sido ligados a un símbolo de medicina, ciencia, democracia o cristianismo. El Instituto para Análisis de la Propaganda argumenta que cuando nos enfrentemos con dispositivos de transferencia, deberíamos formularnos las siguientes preguntas:

▪ En los términos más simples y concretos, ¿cuál es el propósito del orador?
▪ ¿Cuál es el significado del objeto de donde el propagandista está intentando transferir autoridad, sanción y prestigio?
▪ ¿Hay una conexión legítima entre el propósito del propagandista y el objeto, persona o institución reverenciados?
▪ ¿Dejando a un lado el truco propagandista, cuáles son los únicos méritos del propósito a la vista?


Conexiones falsas
Testimoniales


El tigre Toño en las cajas del cereal de Kellog’s está promoviendo el trigo como parte de un desayuno balanceado. Cher respalda una nueva línea de cosméticos y la Toya Jackson dice que la red de amigos psíquicos cambió su vida. El destacado cantante de un grupo aparece en un aviso del servicio público animando a sus fans a apoyar a con su voto electoral a “Bill Clinton”. El actor que hizo de camarero en Cheers, es un orador ecologista.
“Éste es el mal uso clásico del dispositivo de testimonial** que viene a la mente de la mayoría de nosotros cuando oímos el término. Lo recordamos indulgentemente y pensamos cuánto mas sofisticados somos que nuestros abuelos y aún que nuestros padres”.
Con la siguiente respiración, empezamos una frase: ‘El periódico Times dijo...’, ‘John L. Lewis dijo...’, ‘Herbert Hoover dijo...’, ‘el Presidente dijo...’, ‘mi doctor dijo...’, ‘nuestro Ministro dijo...’
Algunas de estos testimoniales pueden simplemente enfatizar una exacta y legítima idea, un uso justo del dispositivo, sin embargo también pueden ser la cubierta azucarada de la distorsión, de la falsedad, de una noción mal entendida, de una sugerencia antisocial...” (IPA, 1938)
No hay nada de malo en citar una fuente calificada y la técnica de Testimonial se puede utilizar para construir una justa y bien balanceada discusión. Sin embargo, a menudo es utilizada en forma injusta y engañosa.
El mal uso más común del testimonial implica a individuos que no están calificados para hacer juicios sobre un tema en particular. En 1992, Bárbara Streisand apoyó a Bill Clinton y Arnold Schwarzenegger puso su peso detrás de George Bush. Ambos son artistas populares, pero no hay ninguna razón para pensar que pudieran saber que es lo mejor para este país.
El Testimonial falso es generalmente obvio, y muchos de nosotros probablemente nos hemos percatado de sus trampas retóricas alguna vez. Sin embargo, esto sucede probablemente, cuando el testimonial es proporcionado por una celebridad que no respetamos. Cuando el testimonial es proporcionado por una celebridad admirada, somos mucho menos proclives a la crítica.
Según el IPA, deberíamos preguntarnos lo siguiente, cuando somos enfrentados con este recurso:
▪ ¿Quién o qué es citado en el testimonial?
▪ ¿Por que tendríamos que mirar a esta persona (organización o publicación) como un experto conocedor o poseedor de información digna de confianza sobre el tema en cuestión?
▪ ¿Que hace que la idea aumente sus propios méritos, sin el beneficio del testimonial?

Usted habrá notado la presencia de la técnica de Testimonial en el párrafo anterior, el cual comenzó citando al Instituto para el Análisis de la Propaganda. En este caso ¿se justifica la técnica?


Apelaciones Especiales
Gente común

Usando la técnica de Gente Común, los conferenciantes procuran convencer a su audiencia de que ellos y sus ideas, son “del pueblo”. Este dispositivo es utilizado por los publicistas y políticos igualmente.
Todos los presidentes norteamericanos recientes han sido millonarios, pero han hecho grandes esfuerzos por presentarse por todas partes como ciudadanos ordinarios. Bill Clinton solía comer en Mc Donald’s y confesaba su gusto por novelitas baratas de espionaje. George Bush odiaba el brócoli y le encantaba pescar. Ronald Reagan fue captado muchas veces por la cámara partiendo leña y Jimmy Carter se presentaba como un humilde agricultor de cacahuete de Georgia.
Todos estamos familiarizados con candidatos que hacen campaña como desconocidos políticos, que prometen “limpiar el granero” y arreglar las cosas en Washington. El panorama político está lleno de políticos que desafían una mítica “élite cultural” presumiblemente alineándose con el “americano ordinario.” Como ruidosos bebés cerca de su sexta década, ya no nos impresiona ver políticos en mezclilla escuchando rock & roll.
En todos estos ejemplos, el dispositivo de la Gente Común está trabajando.
El Instituto para el Análisis del la Propaganda ha argumentado que, cuando seamos confrontados con él, nos hagamos las siguientes preguntas:
▪ ¿Cuál es el mérito de la idea del propagandista cuando está divorciada de su personalidad?
▪ ¿Qué estaría tratando de encubrir cuando se acerca a la gente común?
▪ ¿Cuáles son los hechos?

Apelaciones Especiales
Sumarse al partido ganador – al carro completo


“El propagandista alquila un salón, renta estaciones de radio, llena un estadio, arma un desfile de millones o por lo menos de un puñado de hombres en un desfile. Emplea símbolos, colores, música, movimiento y todas las artes dramáticas. Nos pone a escribir cartas, a enviar telegramas, a contribuir a sus causas. Apela a nuestro deseo, común en las mayorías, de seguir muchedumbres. Porque quisiera que le siguiéramos en masa, dirige su súplica a que los grupos se mantengan ligados por lazos comunes de nacionalidad, de religión, de raza, sexo y vocación. Así los propagandistas hacen campaña a favor o en contra de un programa que nos atrae como católicos, protestantes o judíos... como granjeros, como profesores de escuela, amas de casa o mineros.
“Con la ayuda de todos los demás dispositivos de propaganda, todos los artificios de la adulación se utilizan para aprovechar los miedos y los odios, prejuicios y tendencias, convicciones e ideales comunes de un grupo. Así se forma la emoción para empujarnos y jalarnos como miembros de un grupo hacia un Carro Completo”. (IPA, 1938)
El tema básico de Carro Completo es que “cada uno la está haciendo y así será contigo.” Puesto que nadie quiere quedarse atrás, esta técnica puede ser muy exitosa. Sin embargo como lo precisa el IPA: “Nunca hay demasiada prisa para subirse al Carro Completo, como las acometidas del propagandista nos quieren hacer creer.”
Cuando nos enfrentamos a esta técnica puede ser provechoso hacerse las siguientes preguntas:
▪ ¿Cuál es el programa del propagandista?
▪ ¿Cuáles son las evidencias en pro y contra?
▪ ¿Por el hecho de que otros están apoyando este programa, debo apoyarlo yo?
▪ ¿El programa sirve o mina mis intereses?


Apelaciones Especiales
Miedo

“Las calles de nuestro país sufren agitación. Las universidades están llenas de estudiantes que se rebelan y riñen. Los comunistas buscan destruir nuestro país. Rusia nos amenaza con su poder y la república está en peligro. Sí, peligro interno y externo. ¡Necesitamos ley y orden! Sin ello nuestra nación no podría sobrevivir.”
–Adolfo Hitler, 1932.

Cuando un propagandista advierte a su audiencia sobre el desastre que se produciría si no siguen una línea en particular de conducta, está utilizando el recurso del miedo. Al jugar con los miedos profundamente arraigados de la audiencia, los practicantes de esta técnica esperan re-dirigir la atención hacia los méritos de una propuesta en particular y las medidas que se pueden tomar para reducir el miedo.
Esta técnica puede ser altamente eficaz cuando es manejada por un demagogo fascista, pero es típicamente usada en formas menos dramáticas. Considere lo siguiente:

▪ Un comercial de televisión muestra un terrible accidente automovilístico (apelación al miedo) y recuerda a los espectadores usar los cinturones de seguridad (comportamiento reductor-de-miedo).
▪ Un folleto de una compañía de seguros incluye fotos de casas destruidas por inundaciones (apelación al miedo), y a continuación muestra detalles sobre el seguro de los dueños de casas (comportamiento reductor-de-miedo).
▪ Una carta de una organización a favor de las armas, comienza describiendo a un país sin ley en el cual sólo los criminales poseen armas (apelación al miedo) y concluye pidiendo que los lectores se opongan a una prohibición de armas automáticas (comportamiento reductor-de-miedo).

Desde el final de la segunda guerra mundial, psicólogos sociales y comunicadores escolares han estado conduciendo estudios empíricos para aprender más sobre la eficacia de la apelación al miedo. Algunos han criticado la conceptualización de los estudios, otros han encontrado fallas en el método experimental, pero las conclusiones generales son dignas de tomarse en cuenta, por no decir de aceptarse.

▪ “En igualdad de circunstancias, entre mas sea presionada una persona por una comunicación, probablemente más tome una acción preventiva.” (Pratkanis y Aronson, 1991)
▪ La apelación al miedo no logrará alterar el comportamiento, si la audiencia se siente impotente para cambiar la situación.
▪ Es más probable que la apelación al miedo tenga éxito en cambiar un comportamiento si contiene recomendaciones específicas para reducir la amenaza, que la audiencia considere eficaces y factibles.

En resumen, hay cuatro elementos de éxito en la apelación al miedo:
1) una amenaza,
2) una recomendación específica sobre cómo debe comportarse la audiencia,
3) que la audiencia perciba que la recomendación será eficaz contra la amenaza, y
4) una audiencia convencida de que por si misma sería capaz de realizar el comportamiento recomendado.

Cuando la apelación al miedo no incluye estos cuatro elementos, probablemente falle. Pratkanis y Aronson dan el ejemplo del movimiento antinuclear, el cual exitosamente despertó el miedo a la guerra nuclear en el público, pero ofrecía pocas recomendaciones específicas que la gente creyó que fueran eficaces o factibles. Por el contrario, los refugios fueron enormemente populares durante los años 50 porque la gente creyó que los protegería contra la guerra nuclear y la instalación de un refugio era algo que podrían hacer.
De manera similar, en 1964, durante la campaña de Lyndon Jonson se dijo que muchos votantes fueron conmovidos por un comercial de televisión bien conocido que retrataba un muchachita aniquilada en una explosión nuclear. Este comercial ligaba la guerra nuclear a Barry Goldwater (opositor de Johnson) y proponía un voto para Johnson como una forma eficaz y factible de evitar la amenaza.
En la política contemporánea, la apelación al miedo sigue siendo extensa. Cuando un político agita el temor a la inmigración del público, o al crimen y propone que votando por él, se reduciría la amenaza, está utilizando esta técnica. Cuando estén enfrentados con estos mensajes persuasivos que capitalizan nuestro miedo, debemos hacernos estas preguntas:
▪ ¿El orador está exagerando el miedo o la amenaza para obtener mi ayuda?
▪ ¿Cuan legítimo es el miedo que el orador está provocando?
▪ ¿Realizar las acciones recomendadas reduciría realmente la supuesta amenaza?
▪ ¿Viéndolo desapasionadamente, cuáles son los méritos de la propuesta?

* Eufemismo, expresión que sustituye a otra que sería demasiado fuerte o malsonante.
** Está técnica funciona como una recomendación.

2 Errores lógicos



¿Mala lógica o mala propaganda?

La lógica es el proceso de deducir una conclusión de una o más premisas. De hecho una declaración, no es por si misma, ni lógica ni ilógica (aunque pueda ser verdadera o falsa).
Como un ejemplo del abuso de la lógica, considere el siguiente argumento que se ha propagado ampliamente en Internet.

Premisa 1: Hillary Clinton apoya la legislación del control de armas.
Premisa 2: Todos los regímenes fascistas del siglo XX han aprobado la legislación de armas.
Conclusión: Hillary Clinton es fascista.

La manera de probar la lógica de un argumento así, es traducir los términos básicos y analizar si la conclusión todavía tiene sentido. Como se puede ver, las premisas pueden ser correctas, pero la conclusión no necesariamente le sigue.

Premisa 1: Todos los cristianos creen en Dios.
Premisa 2: Todos los musulmanes creen en Dios.
Conclusión: Todos el cristianos son musulmanes.

Éste es un ejemplo bastante amplio de cómo puede abusarse de la lógica. En las páginas siguientes se describen otros.
Debe notarse que un mensaje puede ser ilógico sin ser propagandístico, todos cometemos errores lógicos. La diferencia es que los propagandistas manipulan la lógica deliberadamente para promover su causa.

Deducción injustificable

La tendencia a hacer amplias predicciones sobre el futuro en base a unos cuantos pocos hechos es un común error lógico.
Como lo precisa Stuart Chase: “es fácil ver la persuasión en esta clase de argumento. Empujando las propias razones hasta el límite... uno puede hacer retroceder al contrario al punto de debilitarle. Poniéndole el futuro contra él. En una actitud defensiva, el otro ve difícil refutar algo que todavía no ha sucedido.
Extrapolación es como los científicos llaman a tales pronósticos, advirtiendo que deben ser tomados con precaución. Una ilustración familiar es la del conductor que encontró tres gasolineras por milla a lo largo de un tramo de la carretera en Montreal, Vermont y concluyó que deberían de haber un montón de gasolineras en todo el camino hasta llegar al Polo Norte. Usted traza dos o tres puntos, dibuja una curva a través de ellos y la extiende indefinidamente”. (Persecución, 1952)

Esta lógica [truculenta], proporciona muy a menudo la base para una eficaz apelación al miedo. Considere los ejemplos siguientes actuales:
▪ Si el congreso aprueba la legislación que limita la disponibilidad de armas automáticas, América se deslizará por una resbaladiza pendiente, lo cual en última instancia resultaría en la prohibición de todas las armas, la destrucción de la constitución y una determinación de estado totalitario.
▪ Si Estados Unidos aprueba el TLC, el gigantesco sonido que escucharemos sería el de miles de esfuerzos y factorías que emigrarían hacia México.
▪ La introducción de herramientas de comunicación tales como el Internet conducirán a una radical descentralización de gobierno, una mayor participación política y el renacimiento de la comunidad.
Cuando un comunicador intenta convencer de que una acción particular podría conducir al desastre o a una utopía, sería bueno hacerse las siguientes preguntas:

▪ ¿Existen bastantes datos para apoyar las predicciones del orador sobre el futuro?
▪ ¿Se puede pensar en otras maneras para que las cosas pudieran resultar?
▪ ¿Si existen muchas otras maneras de que las cosas pudieran resultar, por qué el orador está pintando un cuadro tan extremoso?

3 Propaganda en tiempos de Guerra


1ª Guerra Mundial
A la deriva hacia la guerra

El siguiente tema sobre la propaganda de la primera guerra mundial fue desarrollado para la graduación de un seminario, en Diciembre de 1994.

Del fraude y el rápido movimiento de la fuerza: Propaganda doméstica durante la primera guerra mundial

“Conduce a esta gente a la guerra y se olvidarán para siempre de algo llamado tolerancia. Para pelear hay que ser despiadado y brutal, y el espíritu de la brutalidad despiadada entrará en la misma fibra de la vida nacional, infectando al Congreso, a las Cortes, al policía, al hombre de la calle.”

Una de las mayores ironías de la historia es que Woodrow Wilson, quien fue reelegido como candidato de la paz en 1916, llevara a América a la primera guerra mundial. Con la ayuda de un aparato de propaganda sin paralelo en la historia del mundo, Wilson metió a una nación de inmigrantes dentro de una lucha total. Un examen de la opinión pública antes de la guerra, los esfuerzos de propaganda durante la guerra y la persistencia de la propaganda en tiempos de paz, levantan significativas preguntas sobre la viabilidad de la democracia como principio gobernante.
Como un resaca marina, el flujo de EE.UU. hacia la guerra fue sutil y poderoso. Según el extrovertido pacifista Bourne Randolph, los sentimientos de guerra se extendieron gradualmente en varios grupos intelectuales. “Con la ayuda de Roosevelt” –escribió Bourne– “los murmullos se convirtieron en monótonos cantos y finalmente en un coro tan poderoso que estar fuera de él, debía ser al principio vergonzoso y finalmente casi obsceno.” Una vez que la guerra estuvo en curso, la disensión fue prácticamente imposible. “Si usted creyó que nuestra entrada a esta guerra fue un error,” –escribió La Nación en un editorial de la posguerra– “si usted sostiene, como lo hizo el presidente Wilson al principio de 1917, que el resultado ideal sería 'una paz sin victoria', entonces usted es un traidor”. Forzados a permanecer tranquilamente al margen, mientras sus vecinos se precipitaban hacia la guerra, muchos pacifistas estuvieron de acuerdo con Bertrand Russell respecto a que “la mayor dificultad es la resistencia puramente psicológica a la sugerencia masiva, de donde la fuerza que llega se vuelve tremenda, cuando toda la nación está en un estado de violenta excitación colectiva.”
Este frenético apoyo para la guerra fue particularmente notable a la luz de que la reelección de Wilson fue ampliamente interpretada como voto para la paz. Después de todo, en Enero de 1916, Wilson dijo que: “en lo puedo recordar, este es un gobierno de la gente y esta gente no escogió ir a la guerra.” En retrospección, es evidente que el voto para Wilson disimuló profundas divisiones en la opinión pública. Por el tiempo de su investidura, los inmigrantes constituían un tercio de la población. La propaganda aliada y la alemana restablecieron lealtades del viejo-mundo entre “separados” Europeo-Americanos y las opiniones sobre la intervención de los EE.UU., estaban duramente polarizadas. Más de ocho millones de Germano-Americanos vivían en este país y muchos simpatizaban con las causas de su patria. Mientras tanto, los sentimientos anti-Alemanes eran fuertes entre las clases altas en la costa atlántica y eran particularmente intensos entre quienes tenían relaciones sociales o de negocios con Gran Bretaña o Francia. La mayoría de los americanos, sin embargo, no estaban conectados al conflicto europeo por sangre o capital y no les interesaba emprender una guerra en ultramar.

El Comité sobre Información Pública

La ausencia de unidad pública fue la primera preocupación cuando EE.UU. entró en guerra en abril 6 de 1917. En Washington, un soporte público firme fue considerado crucial para el esfuerzo completo en tiempos de guerra. El 13 de abril de 1917, Wilson creó el Comité sobre Información Pública (CPI*) para promover la guerra internamente, mientras se publicitaban las metas Americanas de la guerra al exterior. Bajo el liderazgo de un periodista sensacionalista de nombre George Creel, el CPI reclutaba con el poder de comerciantes, medios, académicos y artistas del mundo. El PCI mezclaba técnicas de publicidad con una sofisticada comprensión de la psicología humana y sus esfuerzos representaban la primera vez que un gobierno moderno diseminaba la propaganda a tan amplia escala. Es fascinante que este fenómeno, a menudo ligado a regímenes totalitarios, emergiera en un estado democrático.
Aunque George Creel era un portavoz crítico de la censura en manos de los servidores públicos, el CPI tomó medidas inmediatamente para limitar información perjudicial. Invocando el tratado de propaganda Alemana el CPI llevó a cabo “directrices voluntarias” para las noticias de los medios y ayudó a aprobar el Acto de Espionaje de 1917 y el Acto de Sedición de 1918. El CPI no tuvo una explícita aplicación de fuerza, sin embargo “disfrutó el poder de censura equivalente a dirigir la fuerza legal.” Como modernos reporteros que participan en las fuentes de prensa del Pentágono, los periodistas, de mala gana cumplían con las directrices en razón de permanecer conectados al círculo de información. Periodistas radicales, como los socialistas de Appeal to Reason, fueron extinguidos casi por completo por las limitaciones de tiempos de guerra o por disidencia. El CPI, no era un censor en el sentido estricto, pero “estuvo cerca para realizar esa función como ninguna agencia de gobierno en EE.UU., lo hiciera nunca”.
La censura fue solamente uno de los elementos de los esfuerzos del CPI. Con toda la sofisticación de una moderna agencia de publicidad, el CPI examinaba las diferentes formas que la información enviaba a la población e inundaba esos canales con material en pro de la guerra. La división domestica del CPI estaba compuesta de 19 sub-divisiones y cada una se centraba en un tipo particular de propaganda. Una encuesta amplia esta mas allá del alcance de este ensayo. Pero el uso de periódicos, académicos, artistas y realizadores de películas será discutido.
Uno de los elementos más importantes del CPI, fue la División de Noticias, la cual distribuyó más de 6,000 comunicados de prensa y actuó como el primer conductor para información relacionada a la guerra. De acuerdo con Creel, en una semana cualquiera, más de 20,000 columnas periodísticas eran llenadas con material recogido de hojas informativas del CPI. Entendiendo que muchos americanos iban directamente a la página principal y directamente a la sección de artículos fondo, el CPI también creó la División de Artículos de Fondo Sindicalizado y reclutó la ayuda de destacados novelistas, escritores de cuentos cortos y ensayistas. Estos populares escritores americanos presentaron la línea oficial en una forma fácilmente digerible y se dice que su trabajo alcanzo unos doce millones de gente cada mes.
La División de Cooperación Cívica y Educacional, se apoyaba fuertemente en estudiantes que agitaban panfletos con títulos como The German Whisper (El Susurro alemán) German War Practices (Practicas de Guerra Alemanas) y Conquest and Kulture (Conquista y Cultura). El rigor académico de muchos de estas piezas era incuestionable, pero muy respetables pensadores, tales como John Dew y Walter Lippman, también voceaban su apoyo a la guerra. Incluso en frente de esta tendencia, como quiera, algunos estudiantes rehusaban caer en la línea. Randolph Bourne había sido uno de los alumnos estrella de John Dew y se sintió traicionado por la colaboración de su mentor en los esfuerzos de guerra. En uno de los varios elocuentes ensayos en tiempos de guerra, Bourne salvajemente atacó a sus colegas por que concientemente llevaban al país hacia el conflicto. “Los intelectuales Alemanes, van a la guerra para salvar su cultura de la barbarie” –escribió Bourne. “¡Y los franceses, para salvar a su bella Francia! ...No son nuestros intelectuales igualmente fatuos cuando nos dicen que nuestra guerra de guerras es impoluta y emocionantemente para lograr el bien?”
El CPI, no limito sus esfuerzos promocionales a la palabra escrita. La División de Publicidad Pictórica “tuvo a su disposición muchos de los mas talentoso ilustradores y caricaturistas de publicidad del tiempo” y esos artistas trabajaron cercanamente con expertos anunciantes en la División de Publicidad. Periódicos y magazines entusiasmadamente donaban espacios para promoción y era casi imposible leer un periódico que no tuviera material del CPI. Grandes carteles, pintados con colores patrióticos, fueron pegados sobre carteleras a lo largo del país. Incluso desde el cínico punto de ventaja de los 90’s, hay algo convincente sobre estas imágenes que han brincado a través de las décadas y remueven un profundo anhelo por comprar bonos de libertad o enlistarse en la marina.
Las imágenes en movimiento eran más populares que las fijas, en la División de Películas se aseguraron que la guerra fuera promocionada en los cinemas. La industria fílmica con reputación de mala muerte, y los productores, buscaron respetabilidad prestando apoyo de todo corazón al esfuerzo de guerra. La disposición de Hollywood se resumió en un editorial de 1917 en The Motion Pictures News, que proclamaban que “cada individuo trabajando en esta industria quería hacer su parte” y prometía que “a través de diapositivas, filmes de fondo, promocionales, carteles y publicidad en periódicos, ellos expandirían esa propaganda tan necesaria para la inmediata movilización de los grandes recursos del país”.
Películas con títulos como El Kaiser: la bestia de Berlín, Lobos de la cultura, y las Cruzadas de Pershing, inundaron las salas de cine de América. Una película ¡Al diablo con el Kaiser!, fue tan popular que la policía para disturbios de Massachussets, tuvo que intervenir para tratar con una turba enfurecida a quien se le había negado la entrada.
La discusión precedente es solo un atisbo a la amplias actividades de propaganda domestica del CPI. Desde los podios en los salones de lectura y las pantallas móviles hasta las páginas de la ficción popular y dentro de los sobres de paga, la causa de los aliados fue creativamente publicitada en casi todos los canales de comunicación disponibles. Pero esto es solamente parte de la historia. Las técnicas de propaganda empleadas por el CPI, son también fascinantes y desde el punto de vista de el gobierno democrático, mucho mas significativas.

Demonios, atrocidades y mentiras
Definición de Propaganda


La palabra “propaganda” ha sido utilizada varias veces y el lector puede preguntarse cómo ha sido utilizado este término. La definición de “propaganda” se ha discutido ampliamente, pero poco acuerdo se logrado sobre su significado. Algunos argumentan que toda la comunicación persuasiva es propagandista, mientras otros sugieren que únicamente los mensajes deshonestos se pueden considerar propaganda. Los activistas políticos de todas las líneas aseguran decir la verdad en tanto que sus opositores predican propaganda. Para dar cabida al alcance de las actividades del CPI, esta discusión se apoya en la amplia interpretación del término dado por Harold Lasswell. “Ni bombas ni cacerolas” –escribió Lasswell– “sino palabras, cuadros, canciones, desfiles y muchos dispositivos similares, son los medios típicos de hacer propaganda.” Según Lasswell, “la propaganda confía en los símbolos para lograr su meta: manipular las actitudes colectivas.”
Los propagandistas generalmente intentan influenciar a los individuos a comportarse como si su respuesta fuera “decisión propia.” Las herramientas de la comunicación masiva prolongan el alcance del propagandista y le permiten formar las actitudes de muchos individuos simultáneamente. Porque los propagandistas procuran “hacer que el compañero piense para él,” ellos prefieren mensajes indirectos para evidenciar argumentos lógicos. Durante la guerra, el CPI logró esto, haciendo apelaciones emocionales calculadas, satanizando a Alemania, ligando la guerra a las metas de varios grupos sociales, y, cuando fue necesario, mintiendo categóricamente.

Apelaciones Emocionales

La propaganda del CPI apelaba generalmente al corazón, no a la mente. La agitación de las emociones es una técnica preferida del propagandista, porque “cualquier emoción se puede ser canalizada hacia cualquier actividad por medio de manipulación experta.” Un artículo que apareció en la revista Scientific Monthly, poco después la guerra, señala que “el sufrimiento detallado de una jovencita y su gatito podía motivar nuestro odio contra los Alemanes y despertar nuestra simpatía hacia los Armenios, hacernos entusiastas hacia la Cruz Roja, o de conducirnos a dar dinero para un hogar de gatos”. Lemas en tiempos de guerra tales como “Bélgica sangrante,” “Kaiser delincuente” y “Asegura el mundo para la democracia”, sugieren que el CPI no fue ajeno a esta idea. La evidencia de esta técnica puede ser vista en un cartel típico de propaganda que retrató a un agresivo soldado alemán, bayoneta en mano, con subtítulo “Golpea la espalda de los Hunos, con lazos de libertad”. En este ejemplo, las emociones de odio y miedo iban dirigidas a lograr dinero para la guerra. Es una nota interesante que muchos analistas atribuyan la falla de la propaganda alemana en América al hecho que ellos enfatizaron la lógica sobre la pasión. Según el Conde von Bernstorff, un diplomático alemán, “la característica destacada del americano medio es bastante mas sentimental, aunque superficial,” y los telegramas de prensa alemanes fallaron totalmente en darse cuenta de este hecho.

Satanización

Una segunda técnica de propaganda empleada por el CPI fue la satanización del enemigo. “Tan grande es la resistencia psicológica a la guerra en las naciones modernas,” escribió Lasswell “que cada guerra debe aparecer ser como una defensa contra una amenazadora agresión asesina. No debe haber ninguna ambigüedad sobre a quién debe odiar el público.” La propaganda americana no fue la única fuente de sentimientos anti-Alemanes, pero muchos historiadores convienen en que los folletos del CPI fueron demasiado lejos al retratar a los alemanes como brutales agresores depravados. Por ejemplo, en una publicación del CPI, el profesor Vernon Kellogg pregunta “¿sorprendería a alguien si después de la guerra, que alguien reconociera a un alemán y se hiciera a un lado para no tocarlo al pasar, o se inclinara a recoger piedras para lanzárselas?”
Una estrategia especialmente eficaz para satanizar a los alemanes fue el uso de historias atroces. “Una regla mañosa para despertar odio”, dijo Lasswell, “es, si al principio no se enfurecen, utiliza una atrocidad. Se ha empleado con invariable éxito en todo conflicto conocido por el hombre”. A diferencia del pacifista, quien argumenta que todas las guerras son brutales, la historia atroz da a entender que la guerra es brutal solamente cuando es practicada por el enemigo. Ciertos miembros del CPI fueron relativamente cautelosos en la repetición de acusaciones sin pruebas, pero las publicaciones del comité confiaban a menudo en material dudoso. Después de la guerra, Edward Bernays, quien dirigía las tentativas de propaganda del CPI en Latinoamérica, admitió abiertamente que sus colegas usaron presuntas atrocidades para provocar una protesta pública contra Alemania. Algunas de las historias atroces que circularon durante la guerra, tales como aquella de una tina llena de globos oculares o la del muchacho de siete años que enfrentó a un soldado alemán con un arma de madera, fueron en realidad recicladas de anteriores conflictos. En su trabajo seminal sobre propaganda en tiempos de guerra, Lasswell especuló que las historias de atrocidades serán siempre populares porque la audiencia puede sentir la indignación santurrona hacia el enemigo y en un cierto nivel, identificarse con los perpetradores de los crímenes. “Una joven violada por el enemigo” –el escribió– “otorga satisfacción secreta a una multitud de agentes violadores del otro lado de la frontera”.
La propaganda anti-alemana alimentó el apoyo a la guerra, pero contribuyó también a la intolerancia a nivel hogareño. Los perros salchichas –Dachshunds– fueron rebautizados perros de la libertad, el sarampión alemán cambio su nombre a sarampión de la libertad y la Universidad de la Ciudad de New York redujo a un crédito cada curso en alemán. Catorce estados prohibieron hablar en alemán en escuelas públicas. El adversario militar estaba a miles de millas, pero los Germano-Americanos representaban excelentes chivos expiatorios. En Van Houten, Nuevo México, una multitud enojada acusó a un inmigrante minero de apoyar a Alemania y fue forzado a arrodillarse frente a ellos, a besar la bandera y a gritar “al infierno con el Kaiser”. En Illinois, un grupo de entusiastas patriotas acusó a Roberto Prager, un minero alemán de carbón, de acumular explosivos. Aunque Prager afirmó su lealtad, al final fue linchado por la multitud enfurecida. Los explosivos nunca fueron encontrados.

La guerra para terminar todas las guerras

Las apelaciones emocionales y las caricaturas simplistas del enemigo influenciaron a muchos americanos pero el CPI reconoció que ciertos grupos sociales tenían necesidades de propaganda más compleja. Para alcanzar a intelectuales y pacifistas, el CPI afirmó que la intervención militar produciría una democrática Liga de las Naciones y el final de la guerra para siempre. Con otros grupos sociales, el CPI modificó sus argumentos, e interpretó la guerra como “un conflicto para destruir la amenaza de la competencia industrial alemana, (el negocio de grupo), para proteger el estándar de vida americano (trabajadores), para quitar ciertas influencias letales alemanas en nuestra educación (profesores), para destruir la música alemana - en sí misma una sutil propaganda (músicos), para preservar la civilización, el 'nosotros' y ‘civilización’ como sinónimos (nacionalistas), para hacer al mundo fuerte para la democracia, el aplastante militarismo, [y] establecer los derechos de las naciones pequeñas y otros, (grupos religiosos e idealistas).” Es imposible hacer declaraciones rigurosas sobre cuales de éstas apelaciones fue más eficaz, pero ésta es la ventaja que el propagandista tiene sobre el erudito de la comunicacion. El propagandista está preocupado ante todo, por la eficacia y puede permitirse el ignorar las demandas metodológicas de la ciencia social.

Deshonestidad

Finalmente, como la mayoría de los propagandistas, el CPI era deshonesto con frecuencia. A pesar de las afirmaciones de George Creel de que el CPI se esforzaba por una firme veracidad, muchos de sus empleados admitieron posteriormente estar absolutamente dispuestos a mentir. Will Irwin, un ex–miembro del CPI quien publicó varias piezas confesionales después de la guerra, sentía que el CPI fue más honesto que otros ministerios de propaganda, pero está claro que “nunca dijimos toda la verdad - por ninguna clase de medios”. Citando a un oficial de inteligencia quien francamente dijo: “no puedes decirles la verdad”. G. S. Viereck argumentó que, como en todos los frentes, las victorias eran fabricadas rutinariamente por autoridades militares americanas. El propagandista profesional entiende que, cuando se expone una sola mentira, la campaña entera está en peligro. La deshonestidad desalienta, pero en estrategia, no moral, motiva.

Propaganda de la posguerra

En los meses finales de 1918, cuando la guerra se acercaba a su fin, el CPI cayó bajo el incrementado escrutinio de un público americano cansado de la guerra y de la mayoría Republicana quienes habían ganado el control en el congreso. En Noviembre 12 de 1918, George Creel paró las actividades domésticas del CPI. Las actividades de la división extranjera fueron terminadas en medio de gran controversia, algunos meses más adelante. Se podría suponer que los propagandistas de guerra habían abandonado sus plumas y sus pinceles y que habían vuelto a una vida ordinaria. No fue así.
Según Lasswell, muchos antiguos agentes CPI permanecieron en Washington y Nueva York y aprovecharon sus habilidades y sus contactos. Dos años más tarde, el director de la división extranjera del CPI argumentaba que “la historia de la propaganda en la guerra era apenas digna de consideración, a no ser por el hecho de que no se detuvo ni con el armisticio. ¡En verdad! Los métodos inventados y probados en la guerra eran demasiado valiosos para las aplicaciones de gobiernos, facciones e intereses especiales”. El sobrino de Sigmund Freud, Edward Bernays, llevó las técnicas que aprendió en el CPI, directamente a Madison Avenue se convirtió en abierto proponente de la propaganda como herramienta para el gobierno democrático. “Fue por supuesto el éxito asombroso de la propaganda durante la guerra lo que abrió los ojos de algunos inteligentes en todas las áreas la vida, a las posibilidades de controlar la mente pública,” escribió Bernays en su bombazo propagandístico de 1928. “Era simplemente natural, después de terminada la guerra, que las personas inteligentes se preguntaran si sería posible o no, aplicar una técnica similar a los problemas de la paz”.
Esta pacífica aplicación de lo que era, después de todo, una herramienta de guerra, comenzaba a preocupar un poco a los americanos, quienes sospecharon que habían sido engañados. En “La Nueva República”, John Dewey cuestionó las suposiciones paternalistas de quienes disfrazaron la propaganda como noticias. “Hay inquietud y solicitud sobre lo que los hombres deben leer y aprender” escribió Dewey y “el cuidado paternalista por la fuente de creencia de hombre, generado una vez por la guerra, acarrea problemas a la paz”. Dewey dijo que la manipulación de la información fue particularmente evidente en la cobertura post-Revolucionaria de Rusia. La Nación convino en 1919, arguyendo que “lo qué había sucedido, respecto a Rusia, era claro ejemplo de lo que puede lograr la propaganda gubernamental. Las noches de Bartolomé nunca ocurrieron, los mas salvajes rumores de abusos del comunismo hacia mujeres, asesinatos y matanzas, era tomados de obscuros periódicos escandinavos y retransmitidos rápidamente en los EE.UU., mientras que cualquier cosa favorable a los soviéticos, todo lo que fuera constructivo era suprimido”.
Cuando uno considera el horrible legado de la guerra, tiende a fijar toda la responsabilidad por el involucramiento americano de los odiosos militaristas en el CPI. Tal condenación retroactiva no es más compleja que un lema de guerra. En última instancia, su culpabilidad es menos importante que las preguntas que sus actividades levantaron sobre rol de la propaganda en una sociedad democrática.
La teoría democrática, según la interpretaron Jefferson y Paine, fue arraigada en la luminosa creencia de que los ciudadanos libres podrían formarse opiniones respetables sobre asuntos del día y utilizarlas para dirigir su propio destino. Se supuso que las comunicaciones entre los ciudadanos eran un elemento necesario del proceso democrático. Durante la primera guerra mundial, los líderes de América sentían que los ciudadanos no tomaban decisiones correctas lo suficientemente rápido, así que inundaron los canales de comunicación con mensajes deshonestos que fueron diseñados para excitar emociones y provocar odio hacia Alemania. La guerra terminó, pero la propaganda no. En las últimas siete décadas, quienes conducen nuestra nación, han articulado los ideales de Jefferson, mientras que se comportan como Bernays.
¿Es la propaganda compatible con la democracia, o mina la capacidad de la población para pensar críticamente sobre el mundo y sus acontecimientos? ¿Qué sucede cuando simplistas apelaciones emocionales son repetidos sin cesar? Durante la guerra, Bourne se quejó de que "simples silogismos simples son substituidos para análisis, las cosas son conocidas por sus etiquetas, y el deseo de nuestro corazón dicta lo que veremos”. ¿Podría esta descripción aplicarse igualmente a un clima político en el cual los lemas como “tres strikes y estás fuera”, “No pidas, No digas”, y “Simplemente di no” son tomadas como si fueran políticas reales para ocuparse de las necesidades sociales?
¿Qué hay sobre el argumento propagandista de que la complejidad de mundo moderno hace obsoleta la iluminación de la sabiduría popular? Es imposible para una persona ser simultáneamente experta en política exterior, conflictos laborales, asuntos ambientales, sistemas educativos, cuidados médicos, derecho político y regulación científica. Incluso el presidente esta obligado a confiar en las indicaciones de sus consejeros clave. ¿Debería América seguir la prescripción de Bernays y aceptar la sabiduría "de un liderazgo democrático administrado por una minoría inteligente que sabe como reglamentar y dirigir a las masas”? O es el "liderazgo democrático” simplemente una etapa de nuestro desarrollo democrático? ¿Podría este ser substituido algún día por algo que vaya más lejos?
¿Qué contribución harán las emergentes tecnologías de la comunicación para la difusión de la propaganda? ¿Legitiman los mitos de “interactividad la desequilibrada relación social o permiten que la audiencia desafíe al propagandista? Los anfitriones de charlas de radio afirman que el suyo es un medio democrático, pero quienes llaman son exhibidos y filtrados en los tres segundos que dura la comunicación ¿Son estas en verdad herramientas interactivas en el horizonte?
La diferencia importante entre nuestra “relación democrática” y un estado totalitario es que se nos permite plantear preguntas como éstas. Sin embargo la historia demuestra que, en épocas de crisis política y dislocación social, esta libertad es una de las primeras en desaparecer. Al acercamos al final del siglo veinte, hallar respuestas a estas preguntas es más importante que nunca.
* CPI, por sus nombre en inglés Comité on Public Information

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5 Sobre el sitio en Internet

Generalidades

Fue creado hace ocho años, cuando la red mundial estaba en su inicio, el sitio sobre propaganda fue inspirado por el trabajo pionero del Instituto para el Análisis de la Propaganda (IPA). A partir de 1937 al 1942, el IPA se ha dedicado a promover las técnicas del análisis de la propaganda entre ciudadanos críticos.
Una versión mejorada del sitio fue lanzado en septiembre de 2002. La nueva dirección URL es (http://www.propagandacritic.com).
Aunque el autor lleva a cabo opiniones políticas claramente definidas, el sitio web se pensó ser tan objetivo como sea posible, llevando a cabo un escrutinio similar para todas las partes del espectro.
Si usted conoce técnicas de la persuasión o los ejemplos de la propaganda dignos de incluirse, por favor, envíelas a aaron@propagandacritic.com
Se insta a los educadores que utilicen este sitio en la red. El permiso formal para las reimpresiones de pantalla y ligas no se requieren, sólo un mensaje corto al e-mail que detalle el contexto del uso sería agradecido. Siempre que se reimpriman los artículos individuales dentro del sitio web, por favor asegúrese seguro de incluir la cita a la página web detallando la referencia.
El autor, Aaron Delwiche, está doctorado en Comunicación por la Universidad de Washington y tiene un posgrado en Ciencias Políticas por la Universidad de California en Berkeley.
Actualmente es conferenciante en el Departamento de Comunicación en la Universidad de Washington.
Las ilustraciones originales fueron proporcionadas por la talentosa artista Carol Lay y están disponibles en línea en: http://www.salon.com.
Agradecimientos especiales a: la Escuela de Comunicación de la UW por mantener el sitio durante los primeros ocho años, a John Bowes y John Klockner por revisar regularmente el sitio y asegurarse de que el sitio permaneciera funcionando, a Richard Kielbowicz por compartir su conocimiento sobre este fascinante tema, a Diane Gromala y Charles Willi por su conocimiento del diseño, y a Rick Prelinger por contribuir con su extenso archivo sobre propaganda audio-visual al dominio público.

Video galería

Estos videos clips son reproducidos con el permiso de The Internet Moving Image Archive. Y pueden visualizarse directamente de la página web con Real Player One

“El pato y la cubierta”
En este clásico de principio de los 50’s, Bert la tortuga enseña a un niño para “ponerse en la posición de pato y cubrirse” en caso de una explosión nuclear.

“Mi Japón”
Esta película altamente ofensiva de la II guerra mundial sataniza a los japoneses con estereotipos racistas y explícitas atrocidad en imágenes. No es conveniente para jóvenes.

“Apoderándome de la Libertad”
La historieta de ésta chistosa caricatura, producida durante el apogeo de la guerra fría, liga al patriotismo con un punto de vista particular sobre cómo la economía debería organizarse.

“Al borde del desastre”
Un héroe revolucionario de guerra viaja a través del tiempo para combatir en el campus rebelde en 1970.

“Destino, la tierra”
Patrocinado por The American Petroleum Institute, (Instituto Americano del Petróleo) esta historieta celebra la competencia petrolera y económica.

“Campus sobre la marcha”
Esta corta película, producida por la Oficina de Información de Guerra, describe un Campus Universitario, conjugando sus esfuerzos para la guerra.

Sinopsis de los libros que promueve

La propaganda es un inmenso tema, y este sitio apenas empieza a rasgar la superficie. Si está interesado en aprender más, librerías locales y la biblioteca pública es sus el mejor elección. Muchos de los libros más interesantes en este tema están fuera de impresión, por lo que tendrá que buscar intensamente en las librerías de libros usados para encontrarlos.

Propaganda: The Formation of Men's Attitudes
Propaganda: La Formación de las Actitudes de los Hombres
En este trabajo del hito, el filósofo francés Jacques Ellul defiende que toda la propaganda moderna es de naturaleza científica.

Propaganda and Persuasion
Propaganda y Persuasión
Victoria O' Donnell y Garth Jowett han revisado su estudio recientemente sobre la comprensión de propaganda. La propaganda cuidadosamente distinguida de la persuasión cotidiana, este libro es notable para la atención sobre la propaganda.

Coercion: Why We Listen to What 'They' Say
Coerción: Por qué Nosotros Escuchamos eso que ‘Ellos’ Dicen
Aunque Douglas Rushkoff no se enfoca exclusivamente en la propaganda, ofrece una explicación profunda de estrategias usadas por anunciantes, políticos, y vendedores.

Age of Propaganda
La Era de la Propaganda
Anthony Pratkanis y Elliot Aronson resumen cinco décadas de investigación de la psicología social en condiciones que son totalmente accesibles a un público laico. La prosa ingeniosa y el uso generoso de las ilustraciones hacen de este libro una lectura agradable.

War Without Mercy
La guerra sin Misericordia
John Dower ofrece una mirada escrutadora a la propaganda distribuida por los Estados Unidos y Japón durante el Segunda Guerra Mundial. Este asombroso libro continúa siendo un clásico en las universidades del país.

Extreme Islam: Anti-American Propaganda of Muslim Fundamentalism
Islam extremo: la Propaganda Antiamericana del Fundamentalismo musulmán
Adán Parfrey proporciona una colección ecléctica de propaganda generada por los Fundamentalistas islámicos durante los últimos cincuenta años. El libro habría beneficiado del comentario crítico extenso, pero éste valioso material es difícil de localizar en las bibliotecas Occidentales.

Referencias

Chase, Stuart. (1956) Guides to Straight Thinking. New York: Harper and Brothers.
Combs, James and Nimmo, Dan. (1993) The New Propaganda: The Dictatorship of Palavar in Contemporary Politics. New York: Longman Publishing Group.
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Ellul, Jacques. (1965)Propaganda: The Formation of Men's Attitudes. New York: Vintage Books.
Hummel, William and Huntress, Keith. (1949). The Analysis of Propaganda. New York: William Sloane Associates.
Institute for Propaganda Analysis. (1938). Propaganda Analysis. New York: Columbia University Press.
– (1939)The Fine Art of Propaganda. New York: Harcourt, Brace and Company,.
Lee McClung, Alfred. (1952) How to Understand Propaganda. New York: Rinehart and Company.
Lowenthal, Leo and Guterman, Norbert. (1970) Prophets of Deceit. Palo Alto: Pacific Books Publishers,.
Miller, Clyde. (1946). The Process of Persuasion. New York: Crown Publishers.
Pratkanis, Anthony and Aronson, Elliot. (1991). Age of Propaganda: The Everyday Use and Abuse of Persuasion. New York: W.H. Freeman and Company.
Rank, Hugh. Language and Public Policy. (1974). New York: Citation Press,.
Thum, Gladys and Thum, Marcella. (1972).The Persuaders: Propaganda in War and Peace. New York: Atheneum.